Una buena etiqueta empieza mucho antes del primer boceto.
La relación entre una bodega y su diseñador puede ser una alianza estratégica poderosa, ó un camino lleno de malentendidos si no se establece una base clara desde el principio. Esa base se llama brief, y aunque parezca un simple documento, es el corazón del proyecto.
Te comparto algunos consejos clave para preparar un brief sólido y lograr un trabajo de diseño que realmente exprese lo que querés comunicar.
1. Contá la historia de tu bodega (aunque ya la conozcamos)
Ningún diseñador parte de cero, pero tampoco de todo. Incluir en el brief una síntesis de la historia de la bodega ayuda a anclar el trabajo creativo. ¿Cuándo y por qué nació? ¿Qué la hace diferente? ¿Qué visión tiene a futuro?
Cuanto más humana y auténtica sea esa historia, más inspiración va a generar.
2. Describí el vino como si lo estuvieras sirviendo
Más allá de las fichas técnicas, contá cómo es el vino desde una mirada emocional y sensorial. ¿Es un vino para compartir en familia? ¿Para celebrar? ¿Para regalar? ¿Cuál es su momento ideal?
Este tipo de descripciónes ayuda a traducir el carácter del vino en recursos visuales, texturas, colores, atmósferas.
3. ¿Qué imagen querés proyectar?
No se trata solo de gustos estéticos. La gran pregunta es: ¿cómo querés que vean tu vino? Elegante, joven, salvaje, sofisticado, artesanal, disruptivo, clásico… Cuanto más claro esté esto, mejor.
Y si tenés referencias visuales que te inspiran (de otros vinos, marcas o incluso arte, moda, arquitectura), ¡compartilas!
4. Definí tu público objetivo
¿A quién le querés hablar? No es lo mismo diseñar para un consumidor tradicional que para un público joven que compra vino por delivery. Incluir datos del perfil de tu consumidor ideal orienta todo. Si ya tenés datos de mercado, mejor. Si no, una descripción intuitiva también sirve.
5. Confiá en el proceso
El diseño no es un servicio inmediato: es una construcción creativa. La primera propuesta no es el resultado final, sino el inicio de un diálogo. Estar abierto a probar caminos nuevos puede dar lugar a soluciones sorprendentes.
Un brief claro, honesto y bien planteado es una inversión en tiempo, calidad y buenos resultados. No hace falta que sea largo ni técnico: lo importante es que cuente lo esencial para que el diseño exprese con fuerza la identidad.
